San Juan de Ávila


San Juan de Ávila es la persona que da nombre a nuestro colegio, Maestro Ávila. Pero ¿qué conocemos de él? En las siguientes líneas, podemos conocer su biografía:

San Juan de Ávila nació el 6 de enero de 1499 (o 1500) en Almodóvar del Campo (Ciudad Real). Sus padres, Alfonso de Ávila y Catalina Gijón, poseían unas minas de plata en Sierra Morena.

En 1513 comenzó a estudiar leyes en la Universidad de Salamanca y, tras cuatro años, vuelve para llevar una vida retirada en Almodóvar. Esta nueva etapa durará hasta 1520, pues aconsejado por un religioso franciscano, va a estudiar artes y teología a Alcalá de Henares (1520-1526). Mientras está estudiando en Alcalá, mueren sus padres.

En 1526 se ordena sacerdote, vendió su hacienda,  se dedicó enteramente a la evangelización, empezando por su mismo pueblo y se  ofreció como misionero para el Nuevo Mundo. Fue para ello a Sevilla, donde predica y a da testimonio de su vida sacerdotal. No pudo viajar a América y, por consejo del arzobispo de Sevilla, Alonso Manrique, empezó a ejercer su ministerio por el sur de España; de aquí que en adelante le llamaban el «Apóstol de Andalucía».

Se dedicó a la predicación por diversas ciudades, organizando misiones populares, dirigiendo espiritualmente a muchas personas, visitando los hospitales, cárceles y escuelas, formando grupo con otros sacerdotes en una vida de estudio, oración y pobreza. En esta época predicó y vivió principalmente en Écija.

Desde 1531 hasta 1533 Juan de Ávila estuvo procesado por la Inquisición. Las acusaciones eran muy graves en aquellos tiempos. Y Juan fue a la cárcel donde pasó un año entero. Al finalizar el proceso le eximieron de todos los cargos.

En 1535, Juan de Ávila se marcha a Córdoba, llamado por el obispo Fr. Álvarez de Toledo y allí conoce a Fr. Luis de Granada.

En todas las ciudades por donde pasaba, Juan de Ávila procuraba dejar la fundación de algún colegio o centro de formación y estudio: la fundación más célebre fue la Universidad de Baeza (Jaén) pero también creó dos colegios mayores, once escuelas y tres convictorios para formación permanente e integral de los clérigos. Varias de estas escuelas y colegios eran para niños huérfanos y pobres.

Para dar ejemplo, él mismo encarnó en su vida la pobreza y el amor a los pobres.

Fue amigo de  muchos hombres de toda condición, nobles y humildes, sacerdotes y seglares; y maestro, a la vez, de santos como san Juan de Dios, Francisco de Borja, Pedro de Alcántara, Ignacio de Loyola, Juan de Ribera, Tomás de Villanueva y Teresa de Jesús.

Las cartas de Juan de Ávila llegaban a todos los rincones de España e incluso a Roma. De todas partes se le pedía consejo. Obispos, santos, personas de gobierno, sacerdotes, personas humildes, enfermos, religiosos y religiosas, eran los destinatarios más frecuentes. Las escribía de un tirón, sin tener tiempo para corregirlas. Llenas de doctrina sólida, pensadas intensamente, con un estilo vibrante.

Su humildad le llevó a ser un verdadero reformador. Su predicación iba siempre acompañada del catecismo a los niños; su método catequético tiene sumo valor en la historia de la pedagogía.

Es el «Doctor del amor divino». En una época de cambio, como fue la suya, valioso es su mensaje también para la nuestra: «Sepan todos que nuestro Dios es amor».

Desde 1551 comenzó a sentirse enfermo. Las molestias de su enfermedad le obligaron a residir en Montilla hasta su muerte.

Murió el 10 de mayo de 1569. Santa Teresa, al enterarse de la muerte de Juan de Ávila, se puso a llorar. Cuando le preguntaron por qué lloraba, respondió: «Lloro porque la Iglesia de Dios pierde a una gran columna».

Biografía para niños, en cómic

 

Proceso de Canonización

En 1588, Fr. Luis de Granada, recogiendo algunos escritos enviados por los discípulos y recordando su propia convivencia con san Juan de Ávila, escribió la primera biografía.

En 1623, la Congregación de san Pedro Apóstol, de sacerdotes naturales de Madrid, inicia la causa de beatificación.

En 1635, el Licdo. Luis Muñoz escribe la segunda biografía de Juan de Ávila, basándose en la de Fr. Luis, en los documentos del proceso de beatificación y en algunos documentos que se han perdido.

El día 4 de abril de 1894, León XIII beatifica al Maestro Ávila.

Pío XII, el 2 de julio de 1946 lo declara Patrono del clero secular español. 

En 1970 será canonizado por el Papa Pablo VI.

El 7 de octubre de 2012 su nombre fue agregado a la lista de Doctores de la Iglesia por el Papa Benedicto XVI. Con San Isidoro de Sevilla, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y ahora San Juan de Ávila, tenemos cuatro españoles doctores de la Iglesia que han vivido la vida cristiana (son santos) y además han sabido explicarla a otros (son maestros).

Recientemente, en febrero de 2021, el Papa Francisco ha decretado inscribir en el Calendario General Romano «la memoria facultativa de San Juan de Ávila, presbítero y Doctor de la Iglesia, el 10 de mayo», lo que significa que su sepulcro en Montilla, Córdoba, es un lugar de peregrinación universal y su enseñanza tiene un valor universal para todos y en todo lugar.

Influencias

La figura personal y pastoral de Juan de Ávila encontró pronto eco en Italia con san Carlos Borromeo, y en Francia en la escuela sacerdotal francesa del siglo XVII.

La persona, los escritos, la obra y los discípulos de Juan de Ávila influirán en los siglos posteriores. Hemos visto los santos y autores que estuvieron relacionados más o menos con san Juan de Ávila en vida como San Juan de Dios, San Ignacio de Loyola o Sta Teresa de Jesús; casi todos ellos influenciados por sus escritos, por su persona o por su obra. Pero también encontramos vestigios de influencia místico-poética en san Juan de la Cruz y en Lope de Vega. San Francisco de Sales y San Alfonso Mª de Ligorio le citan frecuentemente. Y san Antonio Mª Claret reconocía el bien que le hicieron los escritos de san Juan de Ávila como predicador.

Soneto a Cristo Crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido, 
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido; 
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara, 
y aunque no hubiera infierno te temiera;

No me tienes que dar porque te quiera;
porque aunque lo que espero no esperara, 
lo mismo que te quiero te quisiera.

Este maravilloso soneto, de autor desconocido, se ha atribuido tanto Lope de Vega, como al agustino Miguel de Guevara, pero también cabe la posibilidad que fuera realizado por el Maestro Ávila: parece ser que esta atribución sea bastante sólida, pues la idea central del soneto (amor de Dios por Dios mismo) se encuentra en muchos de sus escritos.

 

Fuentes consultadas:

  • https://sanjuandeavila.net/biografia
  • https://www.aciprensa.com/recursos/san-juan-de-avila-4628
  • https://www.diocesisdecordoba.com/santo-del-dia/san-juan-de-avila
  • https://es.catholic.net/op/articulos/34784/juan-de-vila-santo.html
  • https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2021-02/entrevista-obispo-demetrio-fernandez-san-juan-de-avila-espana.html

 


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